De la gentrificación gourmet a los petardos en la Roma-Condesa

De la gentrificación gourmet a los petardos en la Roma-Condesa

Por KUKULKÁN

HACE no mucho, la Condesa y la Roma eran barrios que olían a pan dulce de la abuela, tortas de tamal y a gasolina de vocho. Hoy huelen a flat white con leche de avena, bagels veganos y gentrificación con acento texano. Y aunque durante años esto se vendió como “revitalización urbana”, lo cierto es que muchos ya no pueden pagar la renta ni el café.

EL FENÓMENO que comenzó con reducciones de impuestos, políticas de repoblamiento y promesas de modernidad terminó convirtiendo estos barrios en una pasarela para nómadas digitales, startups sin clientes y cafeterías donde un espresso cuesta lo mismo que una comida corrida en Tepito. Todo muy cool, muy “Instagrammable”, hasta que el enojo de los desplazados empezó a hacerse sentir... y luego a hacerse explotar.

ESTE fin de semana, lo que comenzó como una protesta contra la gentrificación derivó en un ataque directo: petardos, pedradas y gritos de “¡Fuera gringos!” retumbaron entre las fachadas neocoloniales, mientras los cristales de cafeterías de diseño estallaban más fuerte que la narrativa del “México mágico”. El Colectivo Claudia Cortés, los convocantes, no se anduvieron con metáforas. Esto ya no es una marcha, es un aviso.

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Y AUNQUE la violencia nunca es justificable, tampoco se puede ignorar lo que la provocó. En los últimos años, más de 7 mil estadounidenses se han mudado sólo a la Condesa-Roma, acompañados por canadienses, españoles, japoneses y una avalancha de chinos con olfato para los negocios. Han montado desde cafés de especialidad hasta galerías de arte y dark kitchens que operan desde apartamentos antes rentados a familias mexicanas.

RESULTADO: aumento de rentas, desplazamiento de vecinos y una transformación del barrio que poco tiene que ver con sus raíces. Ahora, no faltará quien diga que esto es una muestra más del “progreso” y que quien no se adapta, se queda atrás. Pero lo que se está viviendo en estas colonias es el claro ejemplo de cómo el capitalismo cool disfraza la exclusión con plantas colgantes, lámparas vintage y brunch de mil pesos. ¿Y los vecinos de toda la vida? Desplazados. No por la inseguridad, sino por la subida de la renta.

¿Y QUÉ hay del contexto global? Bueno, la cosa se pone todavía más sabrosa. Muchos de estos migrantes llegaron empujados por las políticas antimigrantes del ex presidente Donald Trump, el magnate naranja que, entre muro y muro, empujó a más de uno a buscar refugio... ¡en el país que juraban que los invadía! Y ahora que viven aquí, algunos lo hacen como si fueran los dueños de la calle, mientras otros mexicanos los reciben entre el recelo y la rabia.

PORQUE, aceptémoslo, hay algo profundamente irónico en que los que escaparon de las políticas xenófobas gringas lleguen a sembrar gentrificación, y que ahora los vecinos desplazados comiencen a adoptar los mismos discursos de odio que tanto criticaron. Un círculo perfecto de paranoia global. La Roma y la Condesa no se están muriendo. Están cambiando de idioma, de moneda, y de clase social. Y quienes no caben en ese nuevo perfil, están dejando atrás las calles donde crecieron, porque ya no pueden pagar ni el estacionamiento.

EL CONGRESO local, en un intento por calmar las aguas (y los cristales rotos), ha aprobado reformas que limitan el aumento de las rentas. Pero eso no resuelve el problema de fondo: la falta de una política de vivienda incluyente, el descontrol del turismo inmobiliario y la colonización económica disfrazada de cosmopolitismo. Así que si usted es de los que se mudó a la Roma por el ambiente “bohemio” o por la vibra “europea”, tome nota: ya no basta con pagar la renta. Ahora también hay que pagar la cuenta social. Y es que cuando un café cuesta más que la dignidad de los vecinos, la revolución no tarda en llegar. Y a veces, llega con un petardo en la mano.

@Nido_DeViboras

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