El tigre en la casa del tucán

El tigre en la casa del tucán

Por KUKULKÁN

DICEN que el Partido Verde Ecologista de México se llevó la sorpresa de su vida cuando su flamante senador chiapaneco, Luis Armando Melgar Bravo, soltó la bomba: que Morena está lleno de “ratas” y que se acerca una ruptura con el partido guinda. Los dirigentes verdes se quedaron mudos, sus compañeros en el Senado, Manuel Velasco y Waldo Fernández, se apresuraron a matizar… y el resto de la bancada tuvo que salir con cubeta en mano a apagar el incendio.

EL VERDE, sin darse cuenta, había tenido un tigre en la sala de su casa, y sólo se dio cuenta cuando el felino tiró los primeros zarpazos. Porque Melgar no habló como político institucional ni como legislador aliado; habló como lo que ha sido toda su vida: un operador del verdadero jefe al que responde, Ricardo Salinas Pliego. La trayectoria de Melgar habla por sí sola. Abogado por la Ibero, con posgrado en el ITAM y maestría en Warwick, pronto dejó de lado la burocracia para enrolarse en el mundo de los negocios de Grupo Salinas.

MELGAR fue director de Afore Azteca, encabezó Círculo Editorial Azteca, se convirtió en secretario del comité editorial de noticias en TV Azteca y, para coronar la carrera corporativa, dirigió Proyecto 40 (hoy ADN 40) y la Fundación Azteca Chiapas. Más tarde, presidió la Banca de Gobierno de Banco Azteca. Dicho en corto: Melgar no es un político de cepa verde, sino un cuadro formado en la trinchera de Salinas Pliego, empresario acostumbrado a dictar la agenda a sus empleados y no a debatirla con sus pares.

Huachicol: del fuero naval al fuero común
Por KUKULKÁN PARECE que al huachicol no lo frenaban ni los uniformes blancos de gala ni las charreteras de oro. La red de robo de combustibles que acaba de ser exhibida tiene de todo: empresarios mañosos, exfuncionarios aduaneros con mano larga y, para redondear la novela, marinos de alto rango,

CUANDO en 2012 apareció como candidato del PVEM al Senado, muchos se preguntaron cómo un hombre salido de la televisora de Ajusco terminaba representando a Chiapas. Hoy la respuesta parece más clara: fue la manera de insertar un peón empresarial en la política verde. El escándalo estalló cuando Melgar declaró que Morena cobija “ratas”, señalando nada menos que al exgobernador Rutilio Escandón, un escupitajo hacia arriba que salpica al líder moral Jorge Emilio González y el propio ex gobernador Manuel Velasco.

SUS PALABRAS no vinieron acompañadas de pruebas, pero sí de un tufillo inconfundible: no era un deslinde político, era una embestida mediática. Y para eso se formó Melgar, en los estudios de TV Azteca, no en el debate parlamentario. El efecto fue inmediato. Manuel Velasco tuvo que salir a aclarar que en Morena no hay “ratas” y que el Verde mantiene un diálogo respetuoso con el partido guinda. Waldo Fernández reafirmó el apoyo a la presidenta Claudia Sheinbaum. En otras palabras: la bancada verde se desmarcó de su propio compañero, dejándolo en evidencia.

RESULTA ingenuo pensar que un senador con la disciplina corporativa de Melgar hable por impulso. No: habla por encargo. Y el encargo parece claro: golpear a Morena en los tiempos precisos. ¿En beneficio de quién? Basta ver la relación laboral de toda su vida: Salinas Pliego, uno de los empresarios más críticos del gobierno federal, dueño de TV Azteca y Banco Azteca, acostumbrado a mover sus piezas en política como si fueran fichas de ajedrez. El episodio pinta de cuerpo entero el verdadero dilema del PVEM: creyó tener un aliado disciplinado y lo que tiene es un senador con lealtades cruzadas, más atento a la agenda del Ajusco que a la estrategia del partido.

NO ES la primera vez que el Verde carga con figuras incómodas. Su historia está plagada de oportunismos: alianzas que cambian según el viento, candidatos que no provienen de sus filas, negocios disfrazados de ecologismo. Melgar es sólo la versión más refinada de ese patrón: un político-empresario que usa el partido como plataforma para intereses ajenos. Por eso su zarpazo duele más: no vino de un opositor, sino de adentro. Como un tigre en la sala, Melgar mostró las garras y recordó a sus compañeros que no todos en la bancada están jugando para la misma causa.

MENSAJE entre líneas. La embestida contra Morena no debe leerse como un accidente. Es un mensaje de que el Verde aloja personajes que responden a otros poderes. Y es también una advertencia: mientras Manuel Velasco y Waldo Fernández refuerzan la alianza con Sheinbaum, Melgar juega su propio partido, uno dictado por los intereses de su antiguo jefe en el Ajusco. El Partido del tucán tendrá que decidir si quiere seguir cuidando al tigre en su sala o si, de una vez por todas, reconoce que lo que parecía un aliado confiable es, en realidad, un operador empresarial disfrazado de senador ecologista. Una cosa es segura: Melgar no ladra, ruge. Y sus rugidos, aunque con camiseta verde, tienen eco en la oficina de Ricardo Salinas Pliego.

@Nido_DeViboras

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