La guerra contra el narco… que nunca toca la cabeza

La guerra contra el narco… que nunca toca la cabeza

Por KUKULKÁN

PAÍS que se presenta al mundo como bastión de la justicia, el orden y las libertades, en Estados Unidos hay una gran obsesión por capturar narcotraficantes mexicanos. Les encanta montar espectáculos de extradición, juzgados llenos de cámaras y sentencias teatrales de por vida. El “Chapo” Guzmán, sus hijos, operadores del Cártel Jalisco, del Pacífico, del Golfo… todos ellos desfilan como trofeos en la vitrina de Washington. Pero el problema es que esas vitrinas están en el sótano, mientras los verdaderos dueños del negocio están en la azotea, tomando whisky de 20 años y viendo cómo el mundo aplaude una guerra que, en realidad, no existe.

Y ES QUE si de verdad las autoridades estadounidenses quisieran acabar con el narcotráfico, tendrían que comenzar por cerrar cuentas bancarias, embargar desarrollos inmobiliarios, incautar yates, revisar inversiones en fondos privados, y sobre todo, meter al bote a un montón de “hombres de negocios” que tienen la cara limpia y el alma podrida. Pero no lo hacen. No porque no puedan, sino porque no quieren. Porque la red está tan entrelazada con sus propias estructuras de poder y economía, que un golpe real al narco implicaría un colapso financiero... en su propia casa.

HOY se habla del fentanilo como si fuera un problema externo, una peste traída por bárbaros del sur que amenaza la civilización. Mueren miles cada año, sí, pero nadie habla de los canales internos que permiten que esas sustancias lleguen desde laboratorios clandestinos en Asia hasta un suburbio de Ohio, pasando por una red de logística tan eficiente que FedEx envidiaría. Las drogas fluyen porque alguien, con mucho poder y muchas corbatas, permite que fluyan.

Un huachicol que olía a gasolina… y a complicidad
Por KUKULKÁN EN ESTE país donde si uno se atreve a montar un humilde puesto de tacos sin permiso, no tarda en caerle encima el escuadrón antimotines, la COFEPRIS, el SAT y hasta la mismísima madre del inspector de vía pública, resulta que una organización criminal con estructura corporativa —presidencia,

ESTADOS Unidos tiene agencias para todo: DEA, FBI, ATF, ICE, y un alfabeto entero de instituciones con poder de espionaje que harían temblar a cualquier régimen. ¿Y aun así no pueden cortar el flujo de drogas? No nos engañemos: si los capos mexicanos son “el problema”, entonces el sistema financiero gringo es el canal, el socio y el lavador. ¿O alguien cree de verdad que los millones de dólares en efectivo que cruzan la frontera todos los días viajan en mochilas como si fuera secundaria?

LO CÓMICO, si es que algo tan serio puede tener tintes de comedia, es ver a los políticos estadounidenses exigir más acción a México, como si ellos no estuvieran llenos de narcodólares hasta las pantorrillas. La hipocresía es olímpica. Los “bad hombres” están del lado mexicano, pero los dividendos están del lado estadounidense. Joaquín Guzmán está preso, sus hijos acorralados, y El Mayo Zambada convertido en leyenda viva. ¿Y qué ha cambiado? Nada.

LAS RUTAS siguen activas, los laboratorios en expansión, y los mercados —esos sí, completamente legales— listos para invertir en cualquier rubro que huela a ganancia. Desde desarrollos turísticos en Miami hasta fondos de inversión en Wall Street, el dinero sucio se lava con elegancia y se aplaude con cinismo. Y ahí está la raíz del problema: perseguir capos es fácil. Son visibles, tienen corridos y series de Netflix. Pero perseguir a los verdaderos beneficiarios del negocio... eso no. Esos se codean con senadores, jueces, empresarios, filántropos. Tienen fundaciones, premios, y a veces hasta aparecen en portadas de revistas financieras.

ASÍ QUE la guerra contra el narco seguirá, sí, pero como lo que siempre ha sido: un teatro bien montado para convencer al público de que se hace algo. Porque si Estados Unidos quisiera acabar con el narcotráfico, no necesitaría mirar al sur. Bastaría con mirarse al espejo. Pero claro, eso sería pedirles demasiado. Después de todo, es más cómodo capturar a un mexicano en la sierra que confiscar una cuenta en Manhattan.

@Nido_DeViboras

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