Perforando el progreso (y el drenaje)
POR KUKULKAN
DICEN que para construir el futuro hay que romper huevos… aunque en Nuevo León parece que también hay que perforar drenajes. Y no cualquier drenaje: hablamos del pluvial de la Avenida Constitución, arteria crítica que ahora tiene más agujeros que una coladera de fonda. ¿La razón? La gloriosa Línea 4 del Metro, esa joya de la movilidad que, como todo lo que toca el gobierno de Samuel García, llegó rápido, sin freno y sin estudios.
ASÍ ES. Resulta que en su furiosa carrera por inaugurar obras “monumentales” y tomarse selfies entre varillas, el Gobierno del Estado olvidó un pequeño detalle: abajo de Monterrey también hay ciudad. Y vaya sorpresa se llevaron los genios de la Secretaría de Movilidad cuando, al clavar pilotes como si sembraran árboles, se toparon con el drenaje pluvial. ¿Y qué hicieron? Pues lo perforaron, lo atravesaron, lo obstruyeron. Porque en esta administración el progreso no se planea, se empuja… aunque huela a drenaje.
EN RESPUESTA el Congreso del Estado, que no deja pasar una oportunidad para apedrear al Gober fosfo-fosfo, se lanzó en modo pitbull: exigieron estudios técnicos, responsables con nombre y apellido, y hasta pidieron suspender las obras hasta nuevo aviso. Una exigencia que suena lógica, claro, a menos que seas del Movimiento Ciudadano, cuyos diputados —salvo dos iluminados— decidieron abstenerse de opinar, no vaya a ser que la verdad les manche el naranja.

LA PRIISTA Lorena de la Garza, con cartel en mano, le recordó a Samuel que gobernar no es improvisar “en tiempo y forma”, y que los tubos no se atraviesan nomás por andar corriendo. El panista Carlos de la Fuente fue más allá y sacó la artillería pesada: mostró imágenes del colapso de la Línea 12 del Metro en CDMX y preguntó si eso es lo que quieren para Nuevo León. Porque sí, Gobernador, hasta en el drama somos de primer mundo.
Y MIENTRAS la oposición saca los memes y las pancartas, el Estado responde con su ya tradicional estilo zen: “Sí se perforó, pero tranquis, ya vamos a hacer otro drenaje”. Así, como quien rompe un jarrón chino y dice: “No pasa nada, ahorita encargo otro por Amazon”. Total, ¿qué son unos cuantos millones más para un gobierno que imprime renders más rápido que facturas?
LIDERADA por Hernán Fast Track Villarreal, la Secretaría de Movilidad aseguró que no se va a cambiar el trazo del Metro, que las columnas que obstruyen el drenaje son sólo tres —como si eso fuera consuelo— y que ya están trabajando con Servicios Públicos de Monterrey para desviar el pluvial. En resumen: sí la regamos, pero no nos vamos a echar para atrás. Porque aquí no se corrige, se sobrelleva.
ESO SÍ, del cómo y el cuándo arreglarán el problema… nadie dijo nada. Ni un cronograma, ni una estimación, ni una sola disculpa por haberle perforado las entrañas a la ciudad. Pero ¿para qué? Si al final del día, en Nuevo León el Metro no se planea, se impone; y si hay que desviar el drenaje, pues que se desvíe. Total, ¿qué puede salir mal con columnas apoyadas sobre humedad y pilotes que juegan a ser fontaneros?
PERO el menor de los problemas parece ser el drenaje: lo que verdaderamente se está colapsando es la confianza en una obra que ya huele —literalmente— a improvisación. Y así seguimos: entre pilotes, pozos y política de postureo, la Línea 4 del Metro avanza como el agua en temporada de lluvias… sin control, sin dirección, y con una sola certeza: tarde o temprano, todo se va por el drenaje.
