Pesa más la derrota electoral que el dolor de una deportación

Por KUKULKÁN
MIENTRAS en Los Ángeles los migrantes mexicanos son perseguidos como si fueran delincuentes de guerra, en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión se vive otro tipo de redada: la de argumentos flacos, discursos inflados y una sobredosis de revanchismo político con sello partidista. Porque si algo quedó claro, es que para algunos legisladores la prioridad no es proteger a los connacionales, sino seguir cobrando puntos contra el gobierno de la Cuarta Transformación.
LA ESCENA es grotesca. Hay redadas, hay miedo, hay familias separadas, hay remesas que podrían ser gravadas con un impuesto injusto. Y mientras eso sucede, la oposición mexicana afina el colmillo para hacer lo que mejor se le da: culpar al gobierno federal de absolutamente todo, como si fueran los pasantes del ICE, como si Claudia Sheinbaum estuviera dando instrucciones en la Casa Blanca, o como si la diplomacia mexicana tuviera control sobre el delirio de supremacía que se ha instalado otra vez en Washington.
PERO nada de eso importa. Lo relevante, para algunos senadores y diputados, es que aquí hay una nueva oportunidad para usar a los migrantes como munición política. ¿Solidaridad? Sólo si conviene. ¿Propuestas? Cero. ¿Iniciativas serias? Tampoco. Pero eso sí: reclamos por la supuesta improvisación, acusaciones por haber “provocado” a Trump (como si hiciera falta), y un repaso exhaustivo a cada supuesta torpeza de Palacio Nacional, todo mientras se ignora olímpicamente que el problema se llama política migratoria estadounidense, no conferencia matutina mexicana.

GERARDO Fernández Noroña, que no conoce el freno verbal, fue de los pocos que puso el dedo donde duele: los migrantes no son culpables, pagan impuestos y generan riqueza en Estados Unidos. El impuesto a las remesas sería una doble tributación y una bofetada a millones de trabajadores que mandan dólares porque aquí, por décadas, no se les ofreció nada. Pero Noroña se topó con oídos de piedra. Para la oposición, que esos migrantes estén siendo cazados como animales parece importar menos que el hecho de que sean parte del “México de la 4T”.
LA SENADORA Andrea Chávez intentó elevar el tono con metáforas de patria itinerante y el derecho a la identidad. Pero cuando la patria se usa para leer poesía y no para presentar leyes o defender consulados, el mensaje se ahoga en buenas intenciones. Mientras tanto, la oposición sólo se dedicó a hacer lo de siempre: pronunciar discursos llenos de alarma, negar cualquier responsabilidad histórica y acusar al gobierno de Claudia Sheinbaum de provocar con declaraciones incendiarias. ¿Las pruebas? Bien gracias.
DEL LADO naranja, Alejandra Barrales pidió evitar la “miopía política”. Curioso, viniendo de un bloque que parece usar binoculares para encontrar errores del Ejecutivo y lentes oscuros para ignorar los de Trump. Y los priistas, que de diplomacia entienden tanto como de honestidad, usaron su turno para asegurar que el país está sumido en la soledad, la confusión y la improvisación. Porque claro, cuando gobernaban ellos la política exterior era tan brillante que nuestros migrantes vivían felices en jaulas con aire acondicionado.
EL PAN, siempre listo para anotarse un “se los dijimos”, reclamó que se recortó presupuesto a los consulados y que no hay abogados para defender a los migrantes. Y puede que tengan razón en parte, pero ni una palabra sobre cómo resolverlo. Ni una propuesta, ni un esfuerzo colectivo, ni una iniciativa conjunta. Sólo reclamos, gritos y más combustible para alimentar su narrativa de que todo lo que toca la 4T se convierte en caos.
AL FINAL, todos aplauden a los migrantes desde sus curules, pero muy pocos están dispuestos a moverse por ellos. No hay proyecto común, no hay voluntad de cerrar filas, no hay altura de Estado. Hay intereses de partido, hay discursos diseñados para el clip viral, hay un país que vive en campaña permanente mientras allá afuera, del otro lado del muro, nuestros paisanos enfrentan el miedo con el nombre de México en el corazón… pero sin nadie firme en su defensa.